15 de julio de 2020

LA GATA DE LOS OJOS BELLOS


Mi gata, Leticia, tenía los ojos más bellos que os podáis imaginar.
Eran azules como la mar y el cielo en calma
Siempre estaban leyéndome el aura.
Misteriosos, enigmáticos, dulces, conmovedores, traviesos, divertidos...
Teníamos una complicidad a través de la mirada enorme. A veces no hace falta hablar para trasmitir sentimientos. Ella y yo nos entendíamos así. 



Podéis observar en este vídeo mientras la cepillo su pelo, la belleza de su mirada.



Leticia llegó a mi vida por azar . 
Ya os he contado su historia alguna vez.
Leticia, como Platero, era pequeña, peluda, suave; tan blanda por fuera que se diría toda de algodón, que no lleva huesos. 
Así la quiero recordar. Con esta poética descripción de Juan Ramón Jimenez.
Era una tarde de Otoño cuando comenzaba a hacer frío, y Leticia estaba en un parque abandonada a su suerte. Pequeña, desvalida, perdida...
No pude pasar de largo cuando paseaba con mi perra, Laika y la vi allí.


La tome en mis brazos y su pequeño corazón latía al unísono con el mío. Así empezamos a querernos.



Una vez en casa, se metió con Laika en su cama buscando protección y amparo. 
Es impresionante ver como los animales nos dan lecciones de convivencia a los humanos.
Entre ellas se entendieron al instante. 










Laika ya era una perra entrada en años y no dudó en hacer de hermana mayor brindándose a jugar con ella.





Enseguida nos cautivó con sus travesuras.   




Era una gata muy cariñosa que se hacía querer.



Pronto aprendieron a compartir espacio. Incluso el sillón favorito de Laika.

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En unos días se hizo dueña hasta de mi cama.


Sus bellos ojos me habían hechizado para siempre.


Gran seguidora de Roberto Brasero 


Tenía su puntito gamberro.


Y amigos muy variopintos...


Hasta tuvo un galán que la pretendía de manera especial.



También conoció a Nora, la perrita de mi vecina, Victoria. Ambas peleaban por mi cariño.


La encantaba posar para mi.



Su lugar favorito, encima de mi cama.


Se hizo zizurtarra como yo.



Compartimos catorce años juntas.



Mi madre, Laika y Leticia éramos inseparables.



Laika nos dejó hace unos años.


Y mi madre también.


Fueron grandes compañeras.




Durante el confinamiento bailamos juntas, aunque ella no estaba por la labor algunas veces... Aquí quería enviar un vídeo a la pequeña, Lia, pero ella era la que mandaba...Había que hacer las cosas cuando ella quería.






Leí, vi cine, escuché música... con ella en mi regazo.
Me hizo una enorme compañía en esos largos días de encierro.



Siempre entre mis libros. 



Centinela y guardiana de mis recuerdos más amados.


Desde muy pequeña se sintió atraída por las cámaras, como yo.


Pero apenas sin darnos cuenta, enfermó.



Nora intuía que algo malo ocurría y ambas olvidaron sus rencillas. La mañana de su marcha se despidieron como buenas amigas. 





La llevé por última vez al parque para que se despidiera de la vida saboreando la brisa de la mañana, escuchando el canto de los pájaros. Rodeada de niños, amigos y gente buena que me quiso acompañar.






La luz de sus bellos ojos se ha apagado, pero no la llama de mi corazón de mi amor por ella. 
¡Hasta siempre, pequeña gata de ojos azules y bellos!