30 de noviembre de 2015

EL SUEÑO


Aquella noche se quedó dormido mientras hojeaba la prensa digital sin apenas darse cuenta.
Fue todo muy rápido. Acababa de llegar de la calle donde comenzaba a helar, y al sentir una bocanada de calor al llegar a casa se sintió reconfortado.
Presuroso, se puso el pijama con el afán de estar cómodo. Después, ceno despacio saboreando los alimentos. Últimamente se había propuesto una y mil veces comer un poquito menos al observar las proporciones que estaba tomando su abdomen, pero una y mil veces también, se dejaba llevar por el placer de la buena mesa sin pensar en el después...
Una vez terminada la cena se dispuso a leer las noticias destacadas del día. Tenía esa costumbre desde que comenzó a manejar internet con facilidad. Apenas ya compraba el periódico de papel de toda la vida. Consideraba que las nuevas tecnologías eran una ventana abierta al mundo y una nueva manera de comunicarse, muy interesante.
Ya le podían decir los de su edad que habían llegado tarde. Todo era cuestión de aprender y ponerse a ello.
Apenas leyó los primeros párrafos, cuando sintió un suave balanceo en sus pupilas luchando por mantenerse abiertas. Se notaba calor en el ambiente. Poco a poco fue cerrando los ojos como llevado de un suave arrullo y el canto de una nana, y se quedo dormido.
En esa nueva dimensión, pudo ver a su lado un esqueleto puesto en jarras que le miraba atentamente.
De su cabeza salían una enormes raíces a derecha e izquierda. No tenia pies y se mantenía erguido encima de un árbol que le servía de pedestal.
Él, se quedo inmóvil vencido por  un miedo que le impedía toda clase de movimiento.
Quería huir de allí a toca costa, pero su cuerpo no le obedecía.
Entonces aquel siniestro personaje le susurró al oído: "Te estaba esperando"
Un intenso escalofrío recorrió su cuerpo ante aquella confesión.
De repente, se encendieron unas luces de colores en las ramas de su cabeza con unos atrevidos letreros que fue leyendo con enorme avidez. Honradez, Vileza, Amor, Egoísmo, Bondad, Soberbia, Traición, Amistad, Placer, Ira, Envidia, Pasión, Llanto, Perdón, Consuelo, Madre, Padre, Infancia...y así infinidad de palabras en mayúscula que trataban de hacerse ver. Todas ellas conectadas al árbol sobre el que se mantenía en pie.
Su estado de ánimo era más y más tenso sin entender muy bien su significado.
"Soy el árbol de tu vida"- le dijo. En mi se refleja tu historia y cada una de tus luchas por ser fiel a ti mismo.
Así como sus ojos se cerraron sin que pudiera hacer nada por evitarlo, volvieron a abrirse sin proponerselo.
Intento desperezarse dándose cuenta que le pesaba la cabeza demasiado.
Bebió un vaso de agua fresca y suspiró con todas sus fuerzas.
Todo había sido un sueño...

M.Paz.

P.D. Este relato me lo ha inspirado un dibujo de mi sobrino Héctor.


17 de noviembre de 2015

RETAZOS DE LA VIDA DE CELIA (sexto capítulo)


El patrón del pueblo de Celia, era San Antonio y se celebraba el trece de Junio.
A pesar de que la mayoría de las veces el tiempo no solía acompañar y hacía frío,  era para ella la fiesta deseada a lo largo del año.
Apenas era una adoslescente llena de ilusiones y sueños, con toda la vida por delante.
En aquella época se vivía con más austeridad que en la actualidad, sobre todo si se pertenecía a una familia de clase sencilla. Por eso no era tan habitual estrenar ropa o zapatos.
Celia era presumida y muy coqueta. Por eso esperaba cada año con enorme ilusión poder estrenar un vestido nuevo para la ocasión.
Recordaba de manera muy particular unas sandalias último modelo de entonces, estrenadas para esos días de fiesta. Fue muy feliz con sus dedos al aire, como queriendo atrapar el camino que se abría ante ella pleno de ilusiones y sueños en libertad.
El pueblo engalanaba sus calles, y grandes y pequeños se lanzaban a disfrutar por unos días de aquel ambiente festivo.
Se olvidaban viejas rencillas y la felicidad de la vida se hacía eco por callejas y plazas.
Los gigantes y cabezudos arrastraban tras de si un gentío de chiquillos alborotadores que trataban de zafarse de los escobazos con que eran obsequiados por aquellos personajes.
A Celia le daban un poco de miedo aquellos capirotes de sonrisas a veces un poco malévolas, y  también los gigantes, que acentuaban su pequeñez y la intimidaban con su enorme estatura..
Pero le encantaban los pasacalles donde la música se adueñaba de los rincones resaltando con sus notas la belleza de la vida. Amaba la música y estaba bien dotada para el baile.


En su ilusión juvenil, Celia, pensaba que la vida de la gente del circo era única en vivencias al visitar pueblos y ciudades inimaginables.
Se le antojaba que debían llevar una vida pletórica de farolillos de colores, no tan monótona como la de ella. Y soñaba con ser trapecista, payaso, bailarina...
Se imaginaba un mundo idílico, porque a esa edad en que te acosan los sueños, la realidad te asfixia.
Lo que no quería ver ella, es que la vida de las gentes del circo no estaba exenta de sacrificio y esfuerzo como todas la vidas del universo.
Y es que a lo largo de su vida siempre le acompañó un puntito de bohemia que le mantenía viva y al que nunca quiso renunciar.
Cuando la carpa desaparecía, se llenaba de nostalgia. El circo se iba y con él sus ilusiones inventadas.


Lo que le gustaba de manera particular, era acudir a las barracas y disfrutar con sus amigas.
Aunque no corría riesgos. Tenía un vértigo enorme a las alturas y casi todas aquellas atracciones gozaban como incentivo, aquello que le producía un malestar incontrolable.
Alguna vez por no quedar como miedosa, se atrevió a subirse a las cadenas. Era un carrusel del cual pendían unas sillas sujetas por unas cadenas que giraban un y otra vez al aire. Nunca pasó tanto miedo cuando uno de sus amigos que se sentaba al lado, le fue dando vueltas y más vueltas hasta hacerla casi un nudo y soltarla de repente con toda su fuerza bruta.
Creyó morir en aquellos instantes que se le hicieron eternos, mientras las cadenas giraban como locas hasta deshacer aquel tremendo enredo.
Nunca más volvió a subirse.
Eran menos peligrosas para su manera de ver, unas barcas al ras del suelo, con capacidad para dos personas, donde el dueño te balanceaba según tus gustos y en las que se subía siempre que su economía se lo permitía.
Los coches de choque también le llamaban la atención pero sin abusar...
Le entretenía mirar las tómbolas donde se podían adquirir numerosos regalos disparando a una pelotita o un muñeco que salia de una especie de ventana. Si tenías la suerte de abatirle, conseguías un premio. Pero nunca se atrevió a tomar en sus manos una escopeta dado su carácter pacifista aunque fuera como un juego.
En otras tómbolas, la gente se arremolinaba con su boleto en las manos, esperando el sorteo donde se rifaba una muñeca o un peluche a veces enormemente grande y muy codiciado.
Sus puestos preferidos eran los del algodón de azúcar de colores donde la magia era dulce, dulce...



Solía, Celia, enamorarse cada año de los chicos que venían con las barracas.
Disimuladamente les observaba en su ir y venir por la plataforma de los coches de choque. Uno de ellos le gusto de manera especial, y acudía casi todas las tardes para verle y hacerse notar. Él, la ignoraba porque era mucho más mayor que ella y jamás reparaba en su presencia.
Una de aquellas tardes se balanceaba sobre unas barras tratando de llamar su atención, cuando de repente, se cayó al suelo todo lo larga que era...
Entonces, si...el joven mozo se fijo en ella, tratando de disimular una atrevida sonrisa maliciosa viéndola en tan lamentable estado...
Aunque compasivo la tomo de la mano y la levanto sin que hiciera demasiado tiempo el ridículo delante de los allí presentes.
A ella le bastó aquel gesto mientras ruborizada le daba las gracias mirándole a los ojos.
Pero aquel percance le sirvió para hacerse amiga de él. Y un día al final de la tarde, junto con su amiga y un amigo de él, quedaron para verse y salir a dar una vuelta.
Paseaban por la calle Mayor, cuando el hermano de Celia, les vio muy sonrientes. Pudo ver en el semblante de su hermano mayor, un rictus de desaprobación y temió que la abordara allí mismo para obligarla a dejarle plantado.
Los hermanos en aquella época eran guardianes fieles de sus hermanas privándolas de su propia decisión a veces, tratando de salvaguardar su honor.
No era la primera vez que ejercía de caballero andante rescatándola de galanes no deseados, mientras ella se rebelaba de su situación femenina.
 Y no eran pocas las trifulcas entre ellos, porque Celia era una mujer de carácter y muy segura de ella misma.

Continuará...

P.D. El resto de los capítulos se pueden leer en la sección de etiquetas a la derecha del blog y con el mismo título.

5 de noviembre de 2015

CREATIVIDAD


Últimamente me cuesta darle forma a mi creatividad. Se acumulan mis ideas unas veces vacilantes y otras desordenadas sin poder hilvanarlas.
Es como si me hubiera quedado al ras del suelo sin poder volar.
Cuando me ocurre este abandono por parte de las musas, me entra la tentación de cerrar mi blog porque pienso que no tengo nada interesante que comunicar.
Tengo entonces una enorme pereza para entrar en los blogs amigos y leer y comentar, mientras se instala en mi una modorra asfixiante que me incapacita para casi todo.


Y no es porque no haya noticias que comentar o situaciones que capten mi interés a lo largo de las semanas.
No me considero una persona conformista, de vuelta de todo, resabiada por la vida...
Soy curiosa por naturaleza, voluntariosa, inconformista, siempre dispuesta a aprender algo nuevo.


Muchas veces me gusta dejarme llevar sin más, como el agua en la corriente del río.
Y sostener la mirada irrespetuosamente  aunque se enciendan mis mejillas de rubor.
Dejarme de cumplidos en el trato con el otro y actuar a la pata llana, sin servilismos que me hagan vulnerable.


Captar de la vida y los acontecimientos la cruda realidad y aceptarla como tal.
 Conocerme un poquito más y mejor, tratando de rescatar la utilidad de lo inútil.
Recoger lentamente con mis manos todos los momentos vividos, felices o infelices, para poder ser libre al fin.


Airear mis propias miserias al viento, asumiéndolas para poder avanzar.
Dejarme llevar del remolino de mis pasiones sin guardar las apariencias.
Atreverme en mi osadía a robar una estrella que me redima con su luz.


Porque el afán de crear lo siento en mis propias entrañas y bulle por salir fuera.
A veces con la sencillez de una flor, con la intensidad de una mirada, con el dolor de un suceso, con la crudeza de los duros acontecimientos diarios.
Y siento la necesidad  de entregar sin reservas aquello que nace del interior.


Quiero acariciar con mis manos cansadas todas las penas del universo.
Acariciar conciencias.
Acariciar manos frías de deseos.
Acariciar corazones aferrados al pasado.
Acariciar bocas que se olvidaron de reír.
Acariciar almas agrietadas por el dolor.
Acariciar ojos que velan ausencias.
Acariciar con mi creatividad.

M.Paz.