15 de diciembre de 2010

DIAS DE FRIO Y ROSAS



El agua de la fuente se había congelado durante la noche de manera espectacular formando unas caprichosas esculturas en las ramas cercanas que causaban la admiración de los transeúntes. Parecían de cristal transparente, como si un artista hubiera plasmado en ellas la belleza de su inspiración.

Los días invernales se habían precipitado aquel año, y aunque estaban acostumbrados a las bajas temperaturas, no se había librado de la primera impresión . Con enormes bufandas y gorros se cruzaban en su ir y venir saludándose al pasar, como intentando aliviar el frío de su rostro acartonado con una tenue sonrisa que le acerca al calor humano de los demás.
Las luces que adornan las calles al anochecer se han vestido de colores alegres con mensajes de felicidad.
Familias enteras se acurrucan entre si para darse calor deambulando por las tiendas de regalos. Niños pequeños con los ojos muy abiertos observan los juguetes que se exponen en los escaparates, mientras sus madres les acarician con ternura.
Las familias se felicitan una y otra vez, deseándose felices días venideros.
En los hogares se preparan desde hace días suculentos manjares para una noche que según dicen es bendita.
Quizá el frío no pueda con la ilusión de la Navidad y se pueda conservar su espíritu de siglos, sin convertirla en unos días de consumismo salvaje.