19 de julio de 2011

Leticia y Cándido

Leticia miraba con asombro aquel pequeño bicho viscoso que se resbalaba al caminar muy despacio por encima de la mesa. Curiosa ella, trataba de echarle sus garras afiladas con no muy buenas intenciones.
Leti, como le llamaba su dueña, era una depredadora de aves por antonomasia. Más de una vez había cazado algún inocente pajarillo que se había acercado demasiado a lo que ella consideraba sus dominios. También alguna paloma, que ingenuamente se había atrevido a desafiarla volando cerca.
Pero aquel bichejo era desconocido para ella y por eso le observaba con curiosidad .
Cuando Cándido, que así se llamaba el caracol estuvo a su lado la miro con mucho interés, pues considero que era una gata muy guapa.
- ¿ Como te llamas?- le dijo.
- Me llamo Leticia y soy la princesa del barrio, respondió ella muy coqueta.
Leticia, cuando le vio cara a cara le pareció que tenia su encanto, y se sintió atraída por aquel ser tan pequeñajo y hasta un poco repulsivo para muchos por las babas que iba dejando al caminar.
- ¿ De donde vienes?- le preguntó la gata curiosona a su nuevo amigo.
- He perdido a mi familia hace unas horas después de una tormenta horrorosa y desorientado he visto la ventana abierta y he subido a refugiarme.
- Ah! pues mi dueña es muy buena y creo que te dará cobijo. A mi me encontró una tarde fría de Otoño y me trajo acurrucada en sus brazos hasta su casa. También vivía una perrita llamada Laika que me recibió un poco recelosa, pero enseguida compartió conmigo todo lo suyo. Hace unos meses nos dejó para siempre. Ha sido un golpe muy fuerte para nosotras que no esperábamos semejante desenlace. Yo la extraño mucho, pues aunque a veces me ladraba un poco, otras jugaba conmigo. Mi dueña desde entonces sale de paseo la mayoría de las veces sola y se que la recuerda todos los días. A mí me gustaría acompañarla, pero conoce a mucha gente que se paran a saludarla y me asusto mucho.
- ¿ Tu crees que me dejará quedarme esta noche?
- Si, seguro.
Aquella noche, Leticia y Cándido durmieron abrazados.
Desde entonces, una gran amistad ha nacido entre ellos. Cándido se ha quedado a vivir en el jardín para estar cerca de ella.