26 de octubre de 2009

Silencios

Cada mañana, con su gorra extendida en la máno, solía ponerse a la puerta de un supermercado pidiendo una limosna . Lá gente le observaba, con curiosidad y lastíma. No hablaba, no sonreia... Su rostro lleno de arrugas y su nariz roja,lo decían todo.

Éra un hombre mayor, de cási noventa años. Delgado, bien vestido, limpio. Tenia una mirada picarona que le dába un aíre simpático.

Las personas que por allí pasaban, solían dejarle unas monedas en su diminuta gorra, que el agradecia sin apenas inmutarse y mirandolas cási con avaricia.

Cada nuevo dia, él estaba allí ,como dando a entendér que éra su uníco medío de vida . Llevado por la curiosidad, alguién le preguntó, donde vivia. Él , fijando sus pequeños ojos en su interlocutor , le contó que su familia le habia dejado en la "Residencia" y que sólo le daban água, mucha água. Pero que a él, le gustaba el víno...

Cuentan que las cuidadoras del centro donde se alója, yá no sáben que hacer con él. Se escapa una y mil veces y no hay manera de encontrarle.
Camína silencioso por la pláza, apoyandose en su bastón , buscando una mirada amíga, una palabra, una sonrisa... a sólas con sus recuerdos.
Su soledad, es grande. Quizá en algún lugár tenga hijos y nietos, que jamás vienen a visitarle, que háce tiempo, le desecharon de sus vidas y no quieren saber nada de él.

Con las monedas que recoge cada mañana, se tóma un vaso de víno, que no le viene nada bién para la salud, pero sí ,para ahogar su soledad.

Su silencio, parece decir a la humanidad ¿ Quién me présta una mirada de cariño ?

Mientras, sus pásos se van haciendo cada vez más léntos, y sus silencios, más profundos
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