17 de septiembre de 2015

ELECTROTXARANGA


Deambulaba yo cámara al hombro en las fiestas de Pamplona, y llegaba hasta mi el sonido de una charanga. No me lo pensé dos veces y quise saber de donde venia el sonido apurando mis pasos por las callejas del casco antiguo hasta encontrarles.


De repente, al doblar una esquina allí estaban ellos...


Eran los chavales de la Electrotxaranga acompañados por multitud de gente joven que bailaban al unísono con ellos.


Con prontitud me uní al grupo contagiada por su alegría.


Recorrí a su lado, varias calles mientras les hacía fotos y vídeos sin parar.


Algunos de los presentes viendo mi entusiasmo, quisieron posar para mi así sonrientes.


No pase desapercibida a mi pesar, pues alguien de los que componían la charanga me observaba con enorme atención en mi ir y venir.


De vez en cuando a lo largo de su recorrido hacían paradas para interpretar alguna pieza mientras los acompañantes coreaban sus canciones.



El ritmo era contagioso, tan solo hacía falta dejarse llevar por él.


Como podía me iba colando por entre de la gente joven, aunque no cabe duda que era una osada señora que más de una vez recibió algún que otro pisotón...


Las vocalistas del grupo lo hacían muy bien, mientras el eco se perdía por las calles con su característico sonido a fiesta.



Guitarras, trompetas, saxos...todos los instrumentos unidos haciendo un recital mágico en plena calle.


Mientras tanto, yo saboreaba aquel momento rodeada de gente joven.


No les pregunte de donde venían, ni sus ideas políticas, ni su edad, ni sus opiniones acerca de cuestiones trascendentales que la mayoría de las veces sirven para separarnos. Nos había unido la música y eso bastaba.



En un momento determinado un niño de los allí presentes contagiado por su música, quiso acompañarles con su trompeta de juguete. Al final de su actuación, recibió un espectacular aplauso de los allí congregados.


En una de sus paradas, uno de ellos que me había estado observando, se acercó a mi para decirme si les daba mi correo para que les enviase las fotos que les había hecho a lo largo del trayecto. Les felicite por su actuación y me presente como bloguera que pensaba hacer una entrada para ellos solos en mi blog.
No salían de su asombro al ver una mujer mayor como yo, interesándose por ellos y su música con tanto entusiasmo. Alguno me confeso que había pensado al verme, que era una reportera.
Fue un momento mágico, que me unió de manera especial a aquellos chavales, y quisimos dejar constancia de ello con esta fotografía.
Aunque un poco tarde, yo he querido cumplir con mi promesa. Es verdad que yo les di mi correo, pero a ellos se les olvidó darme el suyo. De momento no he recibido noticias suyas, mucho me temo que lo hayan perdido con el alboroto o copiado mal. Pero aquí les dejo mi reportaje por si la magia de internet hace que se encuentren con él.