7 de abril de 2013

LA LOCA DE LA PRADERA


Se despertó sudoroso y angustiado.Una horrible pesadilla le había llevado a aquel estado. Un terrible miedo se podía percibir en su mirada cuando, Laura, su mujer, que dormía a su lado le preguntó que le ocurría.
-No es nada, solo un mal sueño, respondió para no preocuparla.
Ella le acarició con ternura y poco a poco  volvió la calma.

Hacía tiempo que de vez en cuando le venían recuerdos del pasado con un gran ímpetu. Amaba a Laura o eso creía. Se había casado con ella porque era lo correcto, lo que todos esperaban de él, lo que estaba previsto familiarmente casi desde su tierna infancia.
Era un hombre de carácter amable siempre dispuesto a complacer a los demás. De buena familia, atractivo, con buena formación académica, con un porvenir brillante.
Sus padres siempre quisieron para él lo mejor de lo mejor.
Una tarde conoció a Manuela, una muchacha muy joven que vivía en un barrio marginal rodeada de la mas absoluta pobreza.
Manuela tenia los ojos mas bonitos del lugar y una inocencia que se reflejaba con asombrosa candidez en su preciosa cara.
Era una tarde de primavera y él, Ramón, preparaba un examen sentado debajo de un árbol, en el jardín de su casa.
De repente, ella paso rozando la reja y se miraron fugazmente .  Era muy vergonzosa, y echó a correr como si hubiera descubierto el mayor de los secretos de la vida.
Pero su alma quedó herida desde ese instante y su corazón prisionero de la reja.
Al atardecer cuando nadie les veía, se escapaban a un campo de girasoles en flor, y su amor se mecía con el viento mientras sus besos eran más y más ardientes cada día.
Cerca estaba la pradera, el río, los chopos...testigos mudos de su pasión. Aquel trozo de tierra sentía palpitar sus corazones y desde sus entrañas les enviaba una fuerza desconocida desde entonces para ellos.
Fueron días intensos, donde se dejaron llevar sin tener que dar cuenta.
Al fin y al cabo era su amor, su vida, su historia...¿que le importaba a nadie?
Pero si que importaba a alguien...
Desde siempre sus padres mantenían un viejo sueño; casar a su hijo con la hija de unos buenos amigos. Para ello organizaban fiestas y encuentros pactados por ambos padres, los de él y los de ella.
Ramón, de carácter débil, se dejaba hacer temiendo defraudar a sus progenitores.
No opuso resistencia y aprendió a resignarse casándose con Laura.
Ha preferido olvidar el amor en estado puro, y vivir la vida que otros se han encargado de ofrecerle ya echa.
 A fin de cuentas el amor es una utopía había escuchado decir a su padre. ¿ por qué arriesgarse?
En la vida hay que ir a lo práctico decía su madre con gran vehemencia.
Manuela, llora con desconsuelo y se abraza a la tierra, y le grita al río,y habla con los girasoles dando grandes voces...
Pasados los primeros meses de dolor, sus padres le animan a casarse también, con un guapo mozo de su entorno, pero ella se niega rotundamente.
Solo encuentra consuelo en la pradera. Desde entonces el lugar se convierte en su refugio. Hay una comunión con las entrañas de la tierra que la consuela y la acaricia para siempre.
Cuando llega la noche, se escucha un llanto de mujer que recorre el lugar y se posa en las copas de los árboles.
Cada noche Ramón a la misma hora se despierta angustiado porque cree escuchar un lamento.
A Manuela le llaman "La loca de la Pradera" mientras acurrucada al pie de un árbol, solo quiere escuchar el sonido de las entrañas que guardan el secreto y el recuerdo de él.