21 de junio de 2016

VERANO


Y llegó el verano.
Y con él, la luz y el sol por las esquinas.
Hay un susurro alegre de cielo azul que se mece al compás de mis pasos. Saboreo lentamente los momentos, porque amo la vida con pasión y se me escapa como el agua entre los dedos.
Me gusta perderme por los barrios buscando rincones nuevos donde poner mi mirada inquieta. En ellos se esconde la sabiduría popular al hablar con sus gentes.
Me pierdo en ellos, intentando rescatar la belleza de un instante, el amor de una mirada, la sinfonía de unas pisadas a lo lejos.



Me dejo llevar sin rumbo fijo, porque de vez en cuando es preciso deambular sin prisa alguna tratando de encontrarnos a nosotros mismos.
Llega un momento, donde la paz inunda el alma y una luz desconocida anida en el horizonte.
Es como si solo nos quedase el momento presente.
Como si estuviéramos desnudos ante el mundo tal y como somos.
Sin tener que demostrar nada a nadie...
Sin el incordio de los juicios temerarios.
Aceptándonos.


Atrás quedaron los pasos perdidos, los sueños rotos, las heridas infectadas, los besos malditos, los engaños, los olvidos, el tiempo de ser y no ser...
Libres al fin de ataduras que nos impedían volar, surcamos nuestro propio cielo hasta el infinito.


Y me subo a los tacones y me pongo el mundo por montera, porque ha llegado la luz y el sol que cauteriza y sana.

¡Feliz verano, queridos amigos!