21 de agosto de 2014

VIAJAR


Recién llegada de mis vacaciones veraniegas acompañada de mi gata y de mi cámara, he vuelto después de un mes, a mi pequeño rincón y a mis rutinas de siempre.
Para viajar es necesario el dinero, pero la mayoría de las veces la belleza está a nuestro alcance muy cerca sin que tengamos que desembolsar enormes cantidades.
Viajar es una manera de enriquecerse explorando nuevos horizontes, y para ello hay que saber adentrarse en esa aventura por vivir dejando de lado prejuicios que cortan nuestras alas.
Vivimos a veces en nuestra parcela con nuestros propios intereses en el mundo que cada uno hemos ido forjando y no percibimos la riqueza que se esconde en otros lugares que se nos antojan lejanos. Muchas veces por falta de curiosidad, por la inercia de la rutina, por la comodidad de lo cercano y conocido, nos cerramos en un conformismo que es la antesala de la muerte de los sueños e ideales.
Generalmente, hace falta que alguien nos despierte con un, "por favor" para que nos animemos a salir de nuestro reducido mundo. Un amigo, un familiar que nos quiere bien y que se interesa por nosotros, es el enlace para dar el salto definitivo.
Cada rincón, cada lugar y sus gentes poseen una riqueza muy particular . Cada pueblo con sus tradiciones, sus costumbres, su folklore, su cultura, posee algo único que le hace diferente y al mismo tiempo le hermana con el resto complementándose.
Me gusta abrir bien los ojos y empaparme de todo y de todos, mientras procuro captar su esencia a través de mis imágenes con mi cámara, compañera de secretos y aventuras.
Quiero mostrar la belleza que veo y compartirla, quiero abrazar los lugares que visito y retenerlos para siempre en mi retina, saborear la amistad y el amor que me brindan las gentes que amo y me aman como eje principal en mi vida.
Cada encuentro que se abre ante mi, es un cúmulo de sabiduría donde cobijarme en tiempos de tormenta.
A pesar de las particularidades de cada uno, de cada raza y nación, el ser humano posee un fondo común igual para todos. Es precisamente ahí donde nos reencontramos con el otro, donde nos hacemos uno, donde nos hermanamos.
¡Como entender el absurdo de la guerra y el enfrentamiento!
Es más lo que nos une que lo que nos separa y no hay riqueza más grande que el vivir en paz.
De vuelta a casa con la mochila repleta de vivencias y paisajes, de miradas y horizontes, de besos y ternuras, de secretos compartidos, de días de sol luna y estrellas, a empezar de nuevo la aventura del vivir diario.
En el fondo del alma quedan grabados los recuerdos, los paseos por la playa, las confidencias a media voz, las sobremesas largas en familia, la lectura en el jardín debajo del viejo y amado árbol, las risas y los juegos de los niños, la familia, los amigos...
Y siempre con la esperanza de seguir viajando...

M.Paz.