2 de agosto de 2011

LA VIEJA RADIO ( PARA EL CONCURSO DE PARADELA)




Una vez más acariciaba la vieja radio como se acaricia a las personas amadas. Aquella radio había
formado parte de la historia familiar de una manera importante .
 Cuando por entonces apenas nadie tenia en su casa un aparato de esas características, su padre lo había traído una mañana en secreto deseando sorpresa a la familia.
La más sorprendida  fue Celia que observaba llena de curiosidad aquel artefacto capaz de lanzar al aire las mas hermosas canciones y sacar de sus entrañas los mas bellos cuentos que jamás se hayan escrito.
Alguna vez pensó que en aquella caja mágica se debían encontrar miles de duendes que hacían posible toda aquella maravilla, y se había quedado extasiada un día que su padre separo la tapa trasera y descubrió las "tripas"de su querida radio.
Apenas alcanzaba a dar al botón, pero se subía  a una silla cuando nadie la veía y movía la rueda sin parar con su manita infantil.
Los vecinos atraídos por la novedad, al anochecer se reunían alrededor para escuchar "el parte" que así se llamaban las noticias de entonces. Por la mañanas se escuchaban canciones por las callejas del pueblo dando un aire festivo al lugar.
Celia, iba creciendo y la vieja radio con ella. Por razón de estudios tuvo que irse a la capital, y cuando en el verano volvía de vacaciones abrazaba a la radio como si de un viejo amigo entrañable se tratara.
Bailaba los bailes de moda al ritmo que le marcaban las canciones de la época y se desmelenaba viviendo su adolescencia recién estrenada a tope.
Cuando nadie le observaba, le gustaba sentirse la cantante famosa del momento, y con un vaso que le servia de micrófono cantaba y actuaba en su particular universo. Algún vecino a la hora de la siesta la increpó para que apagara la música .Ella sonreía sin parar, pues era sus propias creaciones musicales las que se escuchaban y se sentía realmente una artista.
Los años se llevaron lejos a Celia de la casa paterna y se alejó por mucho tiempo de su amiga la radio, pero cuando se volvían a ver, la alegría era inmensa.
Un día su padre se marchó para siempre. Ella se acurrucó al lado de la vieja radio y la besó compartiendo su pena con ella.
Desde entonces está en un lugar visible de la casa. Callada, silenciosa, divisando la vida familiar. Como siempre participando de alegrías y penas, guardando con su presencia recuerdos entrañables y vivencias únicas, tesoros escondidos que el paso del tiempo no puede borrar.