13 de septiembre de 2012

LA VANIDOSA Y SU PEQUEÑO MUNDO


"Los vanidosos no traen más que problemas" me dijo un día el señor Jacinto mientras fruncía el ceño y me animaba a tomar asiento a su lado.
Mira, se muy bien de lo que hablo, me susurraba casi al oído mientras mi curiosidad se iba haciendo cada vez más grande.
Te voy a contar una vieja historia que me contaron.
Erase una mujer muy bella, de pelo negro como el azabache y piel morena. Sus rasgos se asemejaban a las mujeres andaluzas aunque por parte de padre y de madre tenia raíces castellanas. Nació y se crió en un pueblo pequeño de montaña.  Su vida transcurría con sencillez y sin mayores sobresaltos pues sus necesidades más perentorias estaban cubiertas, ya que sus padres, aunque humildes, tenían un negocio familiar del que vivían holgadamente.

Ella se jactaba de su belleza y hacia tiempo que había sucumbido a la vanidad sin ningún reparo por su parte. Tal era el grado de su tontería, que causaba risas maliciosas entre sus amigos y conocidos. Es verdad que la mayoría de las veces solía tratarse de las féminas del lugar que envidiaban su éxito con los mozos del pueblo. Pero su comportamiento era tan altanero y orgulloso que en cada acto manifestaba su necia vanidad. Este tipo de personas suelen debilitar al débil e irritar a los hombres independientes poniendo barreras en el entendimiento de las relaciones humanas.
Su egolatría era tan intensa que jamas reparaba en nada ni en nadie que no fuera ella misma. Producto de su narcisismo era su manía en hablar de ella siempre hasta rayar en lo ridículo con sus ínfulas de grandeza.

Su pedantería se hacia notoria a la hora de elegir pretendiente dado el número elevado de ellos.
Un día elegía a uno, y al día siguiente le despreciaba con insistencia sabiendo que podía seguir eligiendo.

Así el corazón de un joven de mirada inquieta y soñadora se vio eclipsado por su capacidad de seducción. Y ella se sintió atraída por él al instante. Comenzó el guapo mozo a pretenderla con nobles artes hasta conseguir su amor. Y si, al principio hizo realidad su sueño, pero no tardo mucho en darse cuenta de su error.
Las personas enfermas de vanidad les cuesta mucho querer de verdad porque solo se quieren a si mismas.
Un día el joven enamorado terminó rompiendo su fotografía al mismo tiempo que se le rompía el corazón.
Pasado el tiempo, ella se casó con el rico del pueblo, porque seguía pensando que podía seguir eligiendo...
Él, nunca se repuso. Es más, la sigue amando en silencio. Es como si la hubiera idealizado para siempre.
Hace poco después de muchos años la ha vuelto a ver. No es la misma. Su belleza se ha marchitado como las cosas efímeras de la vida.
¿ Se habrá desencantado después de su encuentro?
-Sonrío divertida ante la pregunta del señor Jacinto. Quien sabe, el corazón humano es misterioso...