27 de abril de 2010

LA TIMIDEZ


Era de una timidez casi enfermiza. Cuando te cruzabas en su camino, bajaba la mirada evitando que se encontrara frente a frente con la tuya. Apenas sonreía, pero sus bellos ojos escondían secretos imposibles de descifrar y compartir.
Su cuerpo desgarbado y su enorme juventud eran como un soplo de misterio que recorría las plazas y rincones donde vivía.
Le acompañaba su perro en alegre sintonia con él. Parecía que entre ellos existía una amistad clara y natural como las cosas sencillas.
Una tarde conoció a una mujer recién estrenada la primavera. Aparentemente no era de una belleza singular. Quizá llamaba poderosamente la atención su sonrisa abierta y llena de una ternura muy especial.
Su camino habitual se llenó de complicidad saboreando nuevas ilusiones. Hasta se atrevía a mirar a los ojos de los demás transeúntes cuando le saludaban.

Se podía adivinar su felicidad hasta en la manera de andar. Su cuerpo desgarbado se veía ahora como lleno de una energía que acentuaba su belleza.

Enamorado y feliz descubría nuevos horizontes que antiguamente se le antojaban inalcanzables.

Enamorados se prometieron amor eterno. Sus familiares y amigos, les acompañaron felices en ese día tan especial para ellos.
Su timidez como un mal sueño quizá le acompañe siempre, pero el camina decidido al lado de ella y de su perro.