12 de enero de 2016

PASEOS AL ATARDECER


Hoy, en mi paseo habitual hace un aire frío que intenta besarme la cara, mientras yo hago lo que puedo por evitarlo...
Hay una luz especial, como un halo mágico que ilumina la tarde.
Camino deprisa, con sombrero en la cabeza, manos en los bolsillos y bien arropada. Vamos charlando de nuestras cosas, mientras saludamos a las personas con las que nos vamos encontrando.



Intento robarle la intimidad al atardecer con algunas instantáneas.


Un enorme mastín nos sale al encuentro. Titubeo un rato al ver su imponente figura en mitad del camino. Él, se acerca cariñoso y me atrevo a acariciarle la cabeza mientras observo su extremada delgadez. Cerca, se oyen los cencerros de unas vacas pastando, por eso intuyo que es su guardián.


Poco a poco, el aire se va calmando y es mas agradable el paseo. Son muchos los viandantes que se han atrevido a salir como yo.



Cerca, se escucha el cantar del agua, mientras corre con fuerza por una pequeña cascada.


El cielo se tiñe de rojo y va muriendo el día.
 El río, le hace un guiño de complicidad, y la belleza se adueña del lugar.



Los árboles desnudos parecen figuras fantasmagóricas que intentan asustarme, pero yo no les hago caso y sigo mi camino.


Hay enormes charcos por los prados debido a las lluvias de estos últimos días. Me dan ganas de chapotear dentro sin ningún recato.


Un manto blanco de nieve arropa la montaña, intentando cobijarla con enorme ternura.
 Ha llegado el invierno.


Muere la tarde y con ella un poquito de mi misma...