1 de febrero de 2012

CHORIZOS y "chorizos"...


Caminaba despacio, las manos enfundadas en sus guantes de lana y una gruesa bufanda anudada al cuello. De su boca salía un vaho que casi le impedía ver por el frío de la noche. "Comienza a helar"- se decía.
Absorto en sus pensamientos, los de cualquier ciudadano de a pie: lo mal que está nuestra economía, los hijos que están en el paro, los nietos... que a pesar de ser la mejor generación preparada desde hace años, no encuentran trabajo teniendo que emigrar como sus abuelos.
Él, era pensionista, pero ni eso tenia asegurado por las noticias que le iban llegando.
 A su lado un gato callejero cruzó la calle asustado y se identificó con él .
Respiró profundamente como queriendo beberse sorbo a sorbo las estrellas.
No es bueno vivir con incertidumbre y con miedo, pensaba. Tampoco es bueno ignorar la verdad y esconder la cabeza bajo el ala. La idea de la supervivencia le avasallaba con fuerza y hasta le impidió respirar por unos instantes.
Se cambió de acera abrochándose el abrigo, saludó con la mano a un amigo de la infancia que le sonreía cambiando unos breves palabras con él.
Al llegar a la altura de una carnicería muy conocida, de repente, allí estaban ellos...unos suculentos chorizos que le sonreían divertidos. Se frotó los ojos como para darse cuenta de que no estaba soñando. Desde su mas tierna infancia le gustaba el chorizo, sobre todo los que hacía su madre.
Aquellos chorizos sonrosados le llevaron a recuerdos lejanos hechos de amores y sabores peculiares. De tiempos en los que la matanza del cerdo era un verdadero lujo para infinidad de familias que luchaban también por sobrevivir como ahora.
Se quedó largamente acariciándoles con la mirada. Después, sonrió para sus adentros. Aquellos chorizos tenían denominación de origen, eran legales, no como muchos de nuestros políticos.
Se alejó con mejor ánimo cruzando la plaza, donde se podía percibir la helada con toda su crudeza.

P.D.Dedicado a Chema el dueño de la carnicería.