23 de octubre de 2010

TARDE DE CINE

Esta tarde de sábado he visto una pelicula china. Habia leido la crítica y sabia que habia obtenido en el Festival de Berlin, el Oso de Plata y premio del jurado.
El director, Zhang Yimou nos regala con verdadera maestria una maravillosa historia de amor. Llena de una poesia visual llena de sensibilidad y sentimiento. Con un perfecto montaje nos recrea de paisajes, ceremonias, vestuario, gestos y miradas, lo esencial y lo pequeño con una riqueza estética y humana que alcanza lo sublime.
Una buena puesta en escena cada vez mas desnuda de cualquier artificio. La espontaneidad y frescura de su narración, su sencillez y su lirismo extremos, sus toques oníricos y sus explícitos silencios-apenas hay diálogos- hacen de ella una obra maestra.

La cara de la principal intérprete, Zhang, Ziyi, llena de expresividad lo dice todo...solo hace falta mirarla y dejarse llevar del sentimiento. Una maravillosa  banda sonora acompaña a las distintas secuencias impregnadas de un colorido lleno de mágia, que  hace que el espectador se sumerja en un cúmulo de sensaciones que no le dejaran indiferente.
Lenta, para ver sin prisas, para saborear cada instante, hace gala de la simplicidad necesaria para llegar con naturalidad y ternura a la esencia de las cosas. Esas cosas tan simples como una comida preparada con exquisito cariño e ilusión, que nos hace ver lo importante que son esos pequeños momentos que nos ofrecen o que ofrecemos y que muchas veces no son valorados como realmente merecen.
Cuando los olvidamos, siempre queda "volver  a casa". La casa que es todo lo que realmente importa.