12 de mayo de 2013

LA CUMBRE


Amanecía hoy un poco triston el día, pero a media mañana ha ido levantando y por fin el tímido sol se atrevía a hacer acto de presencia.

Me gusta el sol, no puedo evitarlo. Quizá han sido muchos los años pasados en el sur, por eso cuando me falta, le echo de menos.

Me gustan también las montañas, no en vano mis raíces provienen de las montañas leonesas y mis recuerdos están ligados a ellas.


Después de comer he decidido perderme por algún lugar distinto de los habituales por donde me muevo, con mi cámara, aprovechando la luz de la tarde.


Comienzo mi paseo por el Barrio Valdecastro no sin antes hacer una fotografía a la entrada.


Delante de una casa veo de lejos a alguien tomando el sol, le vislumbro pequeño, demasiado pequeño...cuando llego a su altura veo que es una enorme muñeca. De repente una niña sale a mi encuentro y me enseña sus juguetes. Viene a buscar a su amiguita.
-Quizá este durmiendo la siesta, le digo.
-No nunca la duerme, me responde pizpireta.
- ¿ y tu? le pregunto.
- No, nunca me ha gustado dormir la siesta, me dice divertida.
- Igual que a mi, le respondo.
Le digo adiós y me adentro por una calle empinada.


Mi idea es subir hasta el antiguo depósito del agua. Está un poco alto, pero acabo de descubrir el botoncito de mi nueva cámara para hacer fotos panorámicas y me puede la tentación.

Ese lugar ya siendo niña ejercía sobre mi una influencia especial, y junto con mis amigas formaba parte de nuestro lugar mágico donde solíamos perdernos con frecuencia.



La subida es sencilla, hay un camino que te anima a subir, y subir... sin darte apenas cuenta que luego tienes que bajar.
En unos minutos estoy arriba. La tarde se para por un instante, mientras el aire y el sol me besan la cara con descaro.

Miro hacia abajo y el paisaje es espectacular. Me siento en la hierba y respiro con fuerza. Si la felicidad tuviera nombre, yo le llamaría atardecer.



De repente, un enorme pájaro me pasa rozando la cabeza, y siento la libertad susurrándome al oído.
Un cúmulo de sensaciones nuevas recorren mi alma, y saboreo la vida con toda la intensidad de que soy capaz.


Bordeo por otro lado para hacer una fotografía desde otro ángulo y con otras vistas del pueblo.
Es magnífico lo que veo.


El viejo depósito del agua testigo mudo de tantos, y tantos secretos... se sonríe viendo mi alegría casi infantil

Es como una vuelta a la niñez.


Allí subida puedo ver las casas de siempre cada una con una historia...



Lo peor ha venido al bajar. Todo iba bien hasta darme cuenta que tenia que saltar un desnivel del terreno y me he olvidado de ser prudente.
He calculado mal pensando que era mas corto y me he lanzado a cuerpo muerto con toda la fuerza. Menos mal que no he ido a parar al suelo, pero para poder frenar he hecho un esfuerzo enorme con las rodillas, y la izquierda que ya de vez en cuando la noto rebelde, se ha llevado la peor parte.
Creo que me he hecho daño.
Ya os contaré. He llegado a casa medio coja y he tenido que suspender mi paseo.