28 de mayo de 2015

REMOLINOS DE COLORES


Aquella mañana le dio la sensación que tenia remolinos de colores en el corazón. Hacía tiempo que no había dormido tan bien, a pierna suelta, como vulgarmente se suele decir.
Y es que por fin tenía claro lo que quería hacer con su vida.
Después de muchos avatares, había decidido ser soñadora de utopías.
Con una ingenuidad casi infantil, se había propuesto creer en el amor, en la justicia, en la ética...
Era una manera de sobrevivir en un mundo que se le antojaba vacío y necio, falso, hipócrita, déspota, egoísta, malvado, mentiroso, adulador...
Si quería seguir viviendo en él, no le quedaba otra opción que la de pensar, que aunque fuera algo utópico, el mundo podría cambiar.
Y tenía muy claro que tenía que empezar por cultivar su propia parcela, responsabilizándose de su cuota personal.
De nada vale lamentarse- solía decirse a si misma- mientras nos corroe la inercia de nuestra propia holgazanería.
No quería como antaño perder su valioso tiempo en quejas, en palabras que lleva el viento acurrucándose en su pequeño mundo.
Y es que estaba rodeada de gente que hablaba y hablaba de hacer esto y lo otro, pero que no se decidía a ponerse en marcha, amparándose en que todo aquello era una utopía...
¡Mientras no nos toquen lo nuestro!, decían...
¿Ah, era eso a lo que estaban esperando?
Y es que el ser humano esta lleno de contradicciones y se pasea por las calles con innumerables caretas.
Ella, estaba dispuesta a dejarse llevar por el viento nuevo de los remolinos de colores recordando a Mario Benedetti. "Cuando tengo una preocupación, un dolor o un amor, tengo la suerte de transformarlo en poesía"
Porque solo desde esa perspectiva se pueden hacer realidad las utopías poniéndose en marcha paso a paso.