14 de octubre de 2013

LA MIRADA


Me gusta mirar con profundidad lo que veo. Alguna veces me acompaño de mi cámara e intento plasmar con ella instantes, rescatar encuentros, robar secretos...
Todo depende de la mirada.
Uno puede pasar una y mil veces por un lugar y no descubrir nada nuevo porque sus pasos llevan pegados a sus zapatos la indiferencia de la monotonía.
Caminamos a veces con pesos reales que nos asfixian y cargan nuestras espaldas de pesimismo. Pero la mayoría de las veces es nuestra actitud ante la vida lo que nos corta las alas y nos impide respirar intensamente.
Hay personas que son un "luto" como suelen decir en Sevilla, donde he pasado muchos años de mi vida. La persona "luto" todo lo ve negro, como la palabra indica. Ya puede lucir el sol, o ser un día de fiesta, o estar rodeada de familiares y amigos, ella siempre ve negrura y pesimismo en mayor o menor grado. Sus días se consumen con la inercia de la supervivencia y el sentido del deber que ahoga los sueños.
Huyo de esas personas, porque me roban apenas unos instantes con ellas, la alegría de vivir.
No, tampoco me agradan los optimistas de cartón piedra, de maneras infantiles, y el coco lleno de miel de flores.
El optimismo tiene que fundamentarse en la realidad de la vida.
Muchas veces es genético y aprendido en el comportamiento de nuestros padres en nuestros primeros años de infancia. Actitudes, maneras de enfrentarse a los problemas, nos marcan para siempre.
El alma infantil, recoge todo aquello que ve y lo hace suyo como un legado de futuro de la manera mas natural.
Por eso es tan importante la mirada desde que abrimos los ojos a la razón.Esa mirada nos acompañará siempre a lo largo de nuestra vida y hará que descubramos la belleza de los días uno  a uno.
Nuestros ojos son el medio por el que nos llegan las imágenes que acompañan nuestros años. Unas veces nos muestran la dureza, el egoísmo, otras la esperanza, la belleza...
Es muy importante saber mirar para captar lo que encierra un instante, lo que trasmite una mirada, los sentimientos que despiertan al amor, el horizonte de posibilidades que  abarca el universo, los momentos en que fuimos amados, el amor que fuimos capaces de dar.
A veces es verdad que hace falta ponerse unas gafas de colores desde bien temprano. No es bonito lo que vemos, ni agradable, ni nos motiva, ni nos alegra...pero no nos queda mas remedio que seguir en la brecha y saborear la vida lo mejor que podamos.