22 de mayo de 2013

VIVE, Y DEJA VIVIR


Mi filosofía de vida desde hace unos años es: "vive, y deja vivir". Quizá tengo ya una edad en la que importan solamente pocas cosas. Me gusta refugiarme en lo importante y salpimentarlo con la sal y el sabor de la experiencia.
A nuestro alrededor nos acosan cobardes ladrones del tiempo que tratan de meterse en los pliegues del alma y asfixiarla con cuentos y leyendas de viejas.

Aborrezco lo altivo, lo orgulloso, lo prepotente...todo aquello que borre en mi horizonte la belleza de la sencillez.

Me gusta la gente que me mira a la cara y puedo leer el fondo de su alma.

De niña aprendí de mis mayores, unos valores que guardo como el mejor tesoro, la mejor herencia, y procuro que no me deslumbre el brillo que se extingue con el paso del tiempo.


Me gusta vivir mi propia vida como yo quiero vivirla y haciendo oídos sordos a los perros que ladran en mi camino. No me interesa la vida de nadie, ni como quiere vivirla.

Procuro enterrar el rencor de mis viejas heridas para volar en libertad.

Me rodean, familiares y amigos, pero en el fondo he llegado a la conclusión de que cada uno solo se tiene a si mismo y procuro que esa sea mi fuerza para seguir viviendo.

Tomo de los días, la caricia del sol, el beso de la aurora, la pureza del agua, el trino alegre de un pájaro, la sonrisa de un niño, la mirada tierna de un anciano.

Me gusta contemplar a los jóvenes, aprender de su pura inexperiencia, aunque parezca un contrasentido, porque todavía no han llegado a perder la belleza de lo genuino.

A veces río, otras lloro...me gusta cantar a la vida, al amor, a las cosas bonitas...intentando llenar mis días de sueños por cumplir.

Prefiero correr un riesgo y equivocarme, a quedarme quieta, doblegada por el miedo.

Me gusta confiar en los otros, aunque muchas veces experimente la traición.

Soy por naturaleza impulsiva, apasionada, esto me lleva a meter la pata muchas veces.

Reconozco que a veces puedo herir aunque no sea esa mi intención, no en vano tengo dentro de mi la naturaleza humana con todo lo bueno y lo malo.

No puedo comprender a esas personas que todo lo juzgan sin piedad, que llevan chismes de acá para allá con la velocidad del viento huracanado, y aunque no deseo mal a nadie, espero pacientemente a que un día se revuelquen en su propio vómito.

Por lo demás, tengo poco que perder. Amo la vida sencilla, la gente de mirada clara, me conformo con lo que la vida me regala.

Eso si, quiero saborear cada instante que tenga de vida, porque amo la vida apasionadamente.