Últimamente estoy un poco perezosa para la escritura y tener mi blog al día. Incluso me cuesta un poco salir de mi zona de confort que es el sofá.
Prefiero quedarme por Zizur, cuando salgo, este rinconcito bello para vivir.
Pero de vez en cuando salgo al asfalto de la ciudad dispuesta a vivir la vida a tope. Y es ahí, donde al caminar, voy escuchando pequeños retazos de conversaciones a pie de calle, o me fijo en pequeños detalles de los viandantes, sucesos banales en apariencia, pero que son el meollo de lo que ocurre en la sociedad y el retrato del ser humano.
El primer lugar donde escuchar (aunque yo no lo quiera) las conversaciones de los demás, es en el autobús.
La gente habla de sus cosas de manera natural y a voces.
Delante de mi, van dos mujeres de mediana edad de un país lejano, hablando de su trabajo. Ambas cuidan a ancianos en el último tramo de su vida y a veces con problemas de movilidad.
Se van contando las responsabilidades diarias que tienen hacia las personas que cuidan. Higiene personal, comida, compra, paseos...
Y hablan del trato que reciben, del salario, del afecto, del desarraigo, de la nostalgia, del sacrificio, del esfuerzo...
Me conmueve el escucharlas.
Trabajo duro el suyo y no lo bastante remunerado.
Almas unidas al fin y al cabo por la necesidad.
La de los beneficiarios del servicio y la de las que atienden ese servicio.
Porque en el fondo nos necesitamos unos a otros.
Al pasar por la Avenida Carlos III escucho una conversación de una mujer que habla en tono muy alto.
Me he comprado un jersey beige, pero no se lo digáis a fulanita. Se pica mucho, y ella tiene uno igual. Me lo pondré cuando ella no esté.
Sonrío, mientras me alejo.
Un poquito más allá, otro grupo de mujeres hablan de sus cosas.
Pues yo siempre había pensado que fulanita tenía un tipo precioso, pero una vez en la playa, en bañador, se le notaban las "mollicas" como a todas...
Vuelvo a sonreír mientras camino hacia la Plaza el Castillo.
Cuando un niño llora, y llora...cuidado, eh, cuidado...
Un hombre le va diciendo a otro esta frase lapidaria.
Samanta, una chica muy joven me para con una carpeta en la mano.
No es la primera vez que lo hace. Es de una ONG y trata de captar ayudas para paliar el hambre en el mundo, los damnificados por las guerras y desastres naturales.
Las personas pasan de largo tratando de zafarse de ella. No quieren oír desgracias y más desgracias...
Yo la escucho con atención.
Me agradece que lo haga.
Es muy poco lo que puedo hacer, pero muchos pocos hacen muchos...
Una chiquilla muy joven, besa una y otra vez a la que parece ser su abuela que está sentada en su silla de ruedas. Amor en estado puro.
Señoras y señores jubilados comprando fruta en un chino más barata que en los grandes supermercados.
En grandes montones a la puerta del establecimiento. No pone ni procedencia ni ná de ná...
Pura supervivencia a pesar de la subida de las pensiones tan cacareada por los políticos de turno.
Es que no llego a fin de mes. Además, tengo que ayudar a un hijo que se ha quedado sin trabajo (escucho al pasar)
Dos muchachos jóvenes de otro país, van hablando del problema de la regularización.
Pequeños bebés dormidos en su silleta, ajenos a la problemática de este viejo y cansado mundo.
Un joven sentado en un poyete, con pantalones rotos, última moda, cascos, zapatillas de marca y cara de estar en el país de las maravillas. En su pequeño y agradable mundo.
Cada uno se evade de la realidad como mejor puede.
Dos amigos. Un hombre y una mujer.
-¿Qué fue lo que te ocurrió?
-Pues nada, que me desmayé y me fui al suelo.
-¡Madre mía, que susto!
-Pero bueno, estoy bien. No ha sido nada.
En una tienda se escucha una música estridente.
Un padre y su hija bailan al son.
Un chaval a mi lado se ha tirado un pe...
¡Uf, tío, que mal huele...!
Su amigo ríe a carcajadas.
Yo me alejo cuanto antes...jejeje.
Un crío de mofletes colorados, va detrás de su madre con desgana.
¡Buf...otra vez el Corte Inglés!
El buen hacer de la cajera, Teresa.
Da gusto acudir a esa sucursal.
La buena atención al cliente es de agradecer en los tiempos que corren. Todo lo tienes que hacer con el móvil o el cajero.
Máquinas impersonales que no hablan ni te miran a los ojos.
Ya no hay colonia infantil de la marca "Pan con chocolate" en el Corte inglés.
Con lo que a mi me gustaba...
Tres empleadas de unos grandes almacenes charlan de sus derechos. Los días que tienen para poder atender a un familiar enfermo, por lo que escucho, no son suficientes.
Pues a mi cuando...
Pues yo, cuando me ocurrió...
Es media tarde y apenas hay gente comprando.
Buenas tardes amor.
Un joven moreno, cuerpo esculpido, ojos seductores, saluda a una chica que le espera en una esquina.
Es la hora del amor.
Termina mi paseo por hoy.
Otro día, mas.