25 de octubre de 2024

OTOÑO

 


Amaneció un día otoñal, después de haber tenido unas elevadas temperaturas a lo largo de las últimas semanas. Pero no hace frío.

Tan solo la falta de sol pone una nota de penumbra en la mañana.


Ayer, las garzas surcaron el cielo de Zizur con su peculiar graznido.

Es como un ritual, que cada Otoño se vislumbra a su paso a la migración como estrategia de supervivencia que les permite buscar alimento evitando climas extremos y entornos más favorables.


Los días van veloces, o eso me parece a mi.

Parece que fue ayer cuando llegaba de Guardo, de pasar un fantástico verano y ya ha pasado un mes.

Vuelan veloces los días, como hojas bamboleadas por el viento.

Se marchitan los sueños de los hombres de bien.

Apenas hay pájaros cantores.

Un murmullo de descontento se escucha en calles y plazas.


Se esconden las ilusiones al abrigo de la intimidad, por miedo a los agoreros que siempre ponen su nota amarga.

Hay muy pocos niños que juegan.

Ahora, los niños están pendientes de una pantalla sin apenas levantar los ojos de ella.

 Se pierden la belleza genuina que hay a su alrededor.

Se han olvidado los valores, dicen los ancianos.


Los tiempos del romanticismo se han quedado obsoletos.

Ahora, el amor se manifiesta con palabras soeces, dicen los entendidos en esta materia.

Las nuevas generaciones tienen otra manera de pensar, de actuar, de vivir...

Es natural, dicen las madres y los padres.

Pero se resisten a comprenderlo.


La vida es movimiento, cambio, variación...

Hay guerras, violencia, injusticias...

La maldad del ser humano puebla la tierra con furia.

Una sociedad conformista adormecida en su propia holgazanería, se desintegra paso a paso.

Pero cada mañana amanece un nuevo día.

Y el amor campa a sus anchas por las calles y plazas.

Y los sueños siguen prendidos de las nubes. Tan solo hay que hacer el esfuerzo de alcanzarles.

Todavía quedan cantautores. Trovadores que denuncian injusticias, que cantan al amor, que gritan al tirano, que alaban al hombre bueno, que se juegan la piel alzando su voz.

Y también quedan en pie los poetas, los pintores, los escritores, los escultores, los cineastas...

Los amantes del arte.

Todavía hay esperanza de llegar a una nueva Primavera.