23 de noviembre de 2025

LA ROSA Y LA NIEVE


 La rosa se resistía a morir.

Por eso, cuando aquella mañana la despertó el frío beso de la nieve, sintió renacer de nuevo.

Llevaba ya muchos días cabizbaja y triste, encerrada en su pena, sin aceptar su decrepitud que avanzaba a pasos agigantados.

Por unos momentos se fusionaron sus corazones solitarios y se abrazaron en silencio.

Eran los primeros copos de nieve de aquel año y se sintió reconfortada.

Podría parecer a los ojos de los curiosos que aquellos copos habían venido a perturbar el sueño de la rosa cubriéndola de frío helador.

Pero no.

Ella se resistía a morir y aquel frío la despertó de su letargo.

Por unos días  volvería a sentir el agua de la vida al deshacerse la nieve en su frágil cuerpo.

Aún así no podía hacer nada para parar el paso del tiempo que la acechaba inexorable y más tarde o más temprano se tendría que enfrentar a su propia muerte.

Había alcanzado el cenit de su belleza hacía unos meses, saboreando el el sol y la luz de la mañanas.

Eran las estaciones de Primavera y Verano.

Después, lentamente llegó el Otoño, y la belleza que es efímera, se fue marchitando.

Tan solo espera, mientras trata de mantener su dignidad erguida.

Ese beso blanco la ha devuelto la esperanza, pues solo el amor puro es capaz de aliviar el corazón.