19 de octubre de 2012

EL MENDIGO

Una tarde cualquiera, llegó a un pueblo cualquiera, un mendigo cualquiera...Así quiero comenzar mi relato sin dar demasiadas pistas.
Llevaba una perrita a su lado. Los dos se confundían con las sombras de la noche mientras a lo lejos les observaba.
Las calles de pueblos y ciudades están llenas de mendigos que son fácilmente reconocibles y de otros que pasan más fácilmente desapercibidos. Los primeros van vestidos generalmente con andrajos, sucios, desaliñados. Los segundos van bien vestidos, limpios, aseados.
Unos y otros padecen el mismo desarraigo, el mismo vacío, la misma soledad.
Unos carecen de hogar y mendigan en las calles, y otros mendigan un abrazo de consuelo, un beso, una caricia, al llegar al suyo.

Hay mendigos que temen volver a amar por miedo a sufrir, y se aferran a su seguridad y rutina rumiando su propio desencanto. Sin embargo otros tiran por la borda su seguridad y se lanzan al vacío de la vida en libertad. La vida para ambos no está exenta de dificultades.

En realidad todos mendigamos en el camino de la vida.

Lo clásicos mendigos sienten el rechazo del resto de la sociedad que les margina por el hecho de ser diferentes. Son tachados de vagos que utilizando la picaresca  viven a costa de los demás.
La mayoría de las veces simulan estar enfermos y discapacitados, para llamar la atención de personas buenas y caritativas que fácilmente se conmueven y obtener así una limosna .A cambio ellos le ofrecen un trozo de cielo en la vida eterna por la buena acción, y en ese trueque hay quien sale ganando.
Los mendigos no convencionales solemos juzgarles con cierta dureza sin darnos cuenta de que ellos también tienen dignidad y su propia historia.

La justicia divina quizá sea un poco más benevolente con ellos que los gobernantes de aquí abajo.

 En algunos municipios les prohíben pedir porque molestan a los transeúntes y afean con su presencia el conjunto urbano. Ellos reflejan la ciudad inerte, todo lo demás está en movimiento. Carecen de la prisa de los que gozan el estatus de ciudadano y desconocen el frenesí con el que nos movemos el resto de los mortales teniendo una visión de la sociedad de denuncia que los demás no percibimos anclados en la vorágine de nuestro vivir conformista. Observan desde su morada que es la calle y son capaces de atrapar el movimiento y las rutinas diarias, los horarios, las costumbres, de los que observan.
Son disidentes por naturaleza, les cuesta adaptarse a la vida disciplinada de la gente, y de ellos muchas veces surgen artistas capaces de ser felices con su vida bohemia.
Por no tener muchas veces no tienen ni nombre. Más de una vez los periódicos han lanzado la noticia de que ha sido quemado" un mendigo" sin nombre, uno cualquiera...
Quizá su horfandad sea acicate para nuestras conciencias y darnos cuenta la clase de individuos que estamos formando en nuestra bien mirada sociedad.
El mendigo es anti-consumidor. Su mera supervivencia nos sirve para darnos cuenta de nuestra vida invadida por objetos y su vana utilidad.
Y es que en este mendigar nuestro por la vida hay que caminar ligero de equipaje.

P-D- Este relato se lo dedico a un mendigo que estuvo en el pueblo la semana pasada. Era un hombre joven de mirada profunda. El y su perra han estado sentados en la puerta de un supermercado. Su vida no soy quien para juzgarla. Yo solo le di de comer y le ofrecí una sonrisa.  Al verle dormido en su edredón le hice esta foto que me ha llevado a hacerle este escrito

13 comentarios:

Alfonso Saborido dijo...

La mendicidad más triste es esa en la que mendigas algo que nunca te van a dar. Nunca dejarás de ser mendigo...
abrazos Maripaz!

MAMÉ VALDÉS dijo...

Corren tiempos de mendicidad, hay carencias de todo tipo tanto materiales como espirituales, son momento salvajes y duros... un saludo.

Eastriver dijo...

Es un espanto que estas cosas proliferen. Es realmente algo espantoso.

ARO dijo...

Cada vez en nuestras cales se ven más personas en esa situación. Son los frutos del egoísmo.

Darío dijo...

Es verdad, es espantoso. Pero necesito rescatar la dignidad de estos hombres sin patria. Un abrazo.

Amapola Azzul dijo...

Me gustó esta entrada.

besos.

Hay cierta sabiduría imnata en los mendigos.

La gente normal que no necesita mendigar, supongo que viven tan ajetreados que no sabrían valorar lo que cualquier mendigo de la calle valoraría en su lugar, y esto quizás es demasiado triste, quizás me equivoque.

Seguro que me equivoco...

Prefiero ver el lado positivo a todo.

besos.

lurdes dijo...

Por desgracia en los tiempos que vivimos ,cada vez es mas frecuente ver gente viviendo en la calle,Mientras otros viven en la opulencia.Un saludo

matrioska_verde dijo...

tienes razón, todos mendigamos, en algún momento u otro de nuestra vida... a mí me dan mucha pena porque creo que todos estamos expuestos a caer en ese abismo... los mendigos no nacen mendigos, antes también tuvieron otra vida.

biquiños,

V dijo...

Excelente. Ante todo por fijar tu mirada en él y su circunstancia terrible. Muchas veces pasamos de largo y es muy injusto.
Y en segundo lugar por desarrollar un hermoso relato en el que de una u otra manera todos nos sentimos concernidos, ya que a todos nos atañe. Saludos

Anónimo dijo...

nunca , digas nunca jamas , vivimos en un mundo pais etc de egoismos y cada vez mas miseria la miseria, en realidad la hacen los ricos , y paga el mas necesitado , humilde le abrasan hasta que no tenga ni gota para esprimir , vivimos entre mentiras , y cegueras , y no queremos ver la realidad que esta pasando , cuando mas mendicidad ay mas pobreza es donde se vive nunca dejemos dar limosna al necesitado quien sabe en el fondo de su alma es un humano muy necasitado y es sin duda cariñoso fiel , amigo nadi es rico piensa igual a ti te toca mañana estar como el , ayudemonos, con muchisimo cariño dar limosna al necsitado , mañana lo necesitaras tu , hoy nadie esta libre en ser asi

lithium dijo...

es doloroso ser asi , nunca neguemos dar limosna , se me encoje el corazon ver en estos tiempos tanta miseria , mi madre me decia que le recordaba la prosguerra , , donde habia mucha miseria y escasez vivimos esa epoca dios mio , que, que futuro nos espera , quien sabe si me tocara a mi , nunca niegues en dar algo t miran con mucho amor y agradecimiento

Unknown dijo...

Una muy buena persona,se llama Juan,muy educado y muy correcto,y también muy agradecido y sobre todo súper amigo de su perrita,la adora.
Ojala le vaya bien donde se encuentre.

ELOY GONZÁLEZ CORRO dijo...

Maripaz me siento anonadado, tu relato me ha llegado a lo mas profundo de mi ser, no soy creyente pero creo en ti y en las personas que saben ver en el otro a ese ser trascendente, que los que no lo ven llaman Dios.