5 de noviembre de 2016

LA PROMESA


Aquel otoño con sabor a despedida lo había vivido intensamente.
Recorrió una vez más con la mirada aquellos rincones que ya formaban parte de si mismo. Era como si quisiera llevarse consigo aquel paisaje para siempre.


Cerro los ojos por un instante mientras el sol le besaba la cara. Le gustaba sentir sobre su piel aquella caricia del astro rey. No recordaba ya el sabor de los besos y la ternura en su piel.
  Iba, solo, con las manos en los bolsillos y silencioso.
A lo lejos escucho las risas de los niños y no pudo menos de estremecerse mientras retrocedía a su pasado.


Por unos instantes, le pareció que le faltaba el aliento. Solo cuando vio mecerse las hojas de un árbol por encima de su cabeza, sintió el viento en su cara y suspiro con todas sus fuerzas.
Brillaba el sol entre los árboles y jugaba una y otra vez a esconderse con enormes destellos. Él, metido en aquella atmósfera donde se asomaba la fantasía, se sentía muy bien.


 No hacía mucho le habían roto el corazón en mil pedazos. Desde entonces andaba cabizbajo y taciturno, arrastrando sus pies doloridos.
Cada mañana se levantaba con un pellizco en el corazón, o en el alma. No sabía muy bien donde poderlo ubicar, pero estaba allí mordiéndole como un perro rabioso.
Por más que intentaba olvidarse de aquella molesta sensación, era incapaz de notar ni un ápice de alivio, sabiendo que le acompañaría por largo tiempo.
Un corazón roto es  muy vulnerable, y esta expuesto a miles de sensaciones que lo aprisionan con tanta fuerza que lo llegan casi a asfixiar.



Se detuvo a contemplar aquellas piedras que dentro del río se dejaban hacer por la corriente. Gracias a su docilidad, iban desgastando sus aristas hasta convertirlas en variadas formas de tacto suave.
Pero no se sentía identificado con aquella actitud sumisa, siempre había preferido experimentar por si mismo aunque la aventura le saliese mal.
Tenía una rebeldía interior que tan solo sacaba cuando las circunstancias le obligaban a ello. Por lo demás era de carácter apacible y tierno, con una ironía burlona en su conversación y muy pendiente de quien amaba.


Fue recorriendo aquel lugar como si de un santuario se tratara. En cada rincón había escritos retazos de su historia, y hasta le parecía que algún duende burlón se reía de él en sus mismas narices.
Pero no estaba para bromas. Se estaba despidiendo para siempre y una enorme tristeza le invadía.



Una alfombra de colores apareció a sus pies. Temía pisar el último aliento de vida de aquellas hojas caídas del árbol  como cada otoño. Entonces, lentamente, como en un ritual, fundió sus pies descalzos en la tierra temiendo hacerles daño. Alguna vez le parecía haberlas escuchado llorar.
Pero hoy, era él el que lloraba...
Sus lágrimas resbalaban por sus mejillas sin ningún pudor.
Tenían el sabor del mar y apenas veía nada. De su interior salia un quejido apenas perceptible que le impedía casi tenerse en pie.
Se dejo llevar largo rato por el llanto, como una necesidad imperiosa de vivir su personal duelo.
Después, se limpio los ojos lo mejor que pudo y acaricio una vez más el viejo árbol donde todavía se podía leer en su corteza una promesa de amor escrita en carne viva: "Te amaré siempre"
De aquel amor, solo le quedaba eso. La promesa.

P.D. Últimamente las musas me han abandonado. Como hacía mucho que no publicaba y no quiero que mi blog, muera, me he limitado a poner unas fotografías de este otoño y acompañarlas de un relato muy malo. Lo siento.



26 comentarios:

Carmela dijo...

Las fotos son impresionantes, Maripaz, y el texto, no sé por qué dices eso, está cargado de ternura y realidad. Un corazón roto y perdido despidiéndose del lugar donde lo sintió. Yo he paseado a la vez que él, he sentido el agua fresca del río, las hojas en los pies y he sentido su tristeza.
Un abrazo y me alegra leerte.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Es un relato desolado, lleno de ternura y de emotividad, no te condenes de esa forma, mujer.
En cuanto a las fotografías, son espectaculares. Qué hermoso es el otoño en Guardo.
Un beso, querida Maripaz.

Marisol dijo...

Buenas noches! A mi el relato me llega al alma, me parece triste porque es una despedida y desea sentir nuevamente todo..por última vez,paso a paso recordando cada instante de lo vivido y disfrutado en todo su paisaje.
Me atrevo a decir que podria ser una despedida tan solo física, porque hayá donde nuestro protagonista vaya, lo llevará en su corazón.
Tus musas no te han abandondo,al contrario....parece como si te hubieran ayudado a realizar este relato...no tan malo!!!..yo, por un momento pensé que esta sensación de nostalgia era personal.
Bonitas imágenes de nuestro Guardo querido!!!!

Sara O. Durán dijo...

Es cierto que las fotos son espectaculares, pero tu relato nada tiene de malo. Al contrario, es muy sentido y profundo. Bastante bien hilvanado y trasmite todas las sensaciones que va soltando el personaje en su caminar con su corazón desolado. Con decirte que vi las fotos hasta terminar de leerlo.
Y tu blog sigue muy vivo. La prueba es que aquí estamos, pendientes de lo que publiques. Despreocúpate y todo vuelve a fluir.
Un abrazo muy grande.

Mari-Pi-R dijo...

No creo que las musas te hayan abandonado ya que tu relato es muy bueno así que la elección de fotografía, escribe a menudo y las inspiración irán a ti.
Un buen domingo.

Ernesto. dijo...

No eres la única que utiliza el relleno cuando lo habitual falta. Aunque en tu caso lo habitual suelen ser las fotografías acompañadas... Y éstas lo están!

El texto, no será Premio Planeta, jajjajajaja... pero entretenido resulta.

Un abrazo, Maripaz.

Recomenzar dijo...

Blogger RECOMENZAR dijo...
Ay chica
me has llegado al alma de mi corazón
que buen escrito
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! tu nente escribe
tu alma piensa
y vos
revoloteando
nos
volvés
locos
de
amor
Felicitaciones querida
primer premio

Ambar dijo...

Yo no veo por ninguna parte ese abandono de las musas del que dices ser víctima. Me ha gustado el relato y me han encantado las fotografías.
Un beso

Maripaz dijo...

Agradezco vuestros cariñosos comentarios. No pretendía sentirme víctima, tan solo fue que me costo escribir el relato, y no me gustó nada como me quedó y lo plasme a modo de posdata.
¡Gracias!

Fernando Álvarez dijo...

Las fotos son preciosas Maripaz y el relato para mi está estupendo, aunque es normal que a veces seamos demasiado exigentes con nuestros trabajos.
Un abrazo

Inma_Luna dijo...

No te disculpes, por que lo que dejas es precioso.
Besos

miniaturista dijo...

Tus fotos me llenan y ese relato romántico encaja a la perfección con el paisaje. todos tus escritos tienen su encanto y van bien acompañados.
Muchas gracias
Un abrazo
Maite

Alfred dijo...

He ido caminando a tu lado contemplando kas maravillosas foros y creo que tienes mucho que decir.
Un abrazo.

diego dijo...

Bonita historia apoyada en muy bellas fotos. El relato no es nada malo, Maripaz. Además, tiene el mérito de que el narrador es un hombre, y escribir un relato con la piel de una perona del otro sexo es difícil. Ánimo! :)

MoniRevuelta dijo...

El relato es bien bonito y bueno, Maripaz...y las fotos, impresionantes, para rematar un post que es una delicia ver, mirar, leer...Me temo que, a pesar de la leve melancolía a la que nos inclina el otoño...tus musas, no te han abandonado:)
Un besazo enorme

Alfonso Saborido dijo...

Malo? En absoluto, a mí me ha gustado, y las fotos preciosas.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

No parece que las musas estén ausentes, el relato es muy bonito y concuerda perfectamente con las bellas fotografías... un amor ingrato nos rompe el corazón.

Abrazos.

Holden dijo...

Las musas van y vienen, ya lo sabes. Lo importante es que tú sigas ^^ Y por cierto, menuda pasada de fotografías, ¿eh? Estás hecha toda una artista de la cámar y el objetivo :)

¡Un abrazo!

Tesa Medina dijo...

Hola, Maripaz, pues yo he caminado con el protagonista por esos bellos parajes, sintiendo algo de su desazón y tratando de imaginar si su despedida era sólo temporal o para siempre...

La fotos hermosas y apacibles en contraste con el desasosiego del paseante.

No he notado que las musas "hayan pasado de ti" como canta Serrat, pero sí sé que a veces se vuelven perezosas y desganadas, pero siempre acaban por volver, porque viven de nuestra imaginación. No les queda otra.

Mímate, Maripaz, y las musas no se querran ir a ningún lado.

Besos,

Conxita C. dijo...

Maripaz las musas no sé si te han abandonado porque no lo parece, tu relato no ha sido para nada malo, me ha gustado acompañarte en ese paseo con unos maravillosos colores de otoño.
A veces es mejor no perseguirlas y cuando menos se las espera, aparecen.
Un saludo

Pedro Luso de Carvalho dijo...

Pois, é Maripaz, na tua excelente narrativa, vê-se ao final que daquele amor só ficou a promessa,escrita na velha árvore: “Te amaré siempre”. Uma narrativa muito inspirada e muito bem constuída, e, ainda, com um ótimo final. Também gostei dessas belas árvores, muito coloridas. Parabéns. Espero que escrevas outras narrativas, para não desperdiçar o teu talento.
Abraços. Pedro.

PEPE LASALA dijo...

El relato no tiene nada de malo Maripaz, me ha encantado, y no te preocupes por las musas, que a todos nos pasa. Un besazo enorme y buen finde amiga.

Ana Mª Ferrin dijo...

A veces a las musas hay que agarrarlas por los pelos, sacudirlas, zarandearlas, y si es necesario darles un par de guantazos para que espabilen.

Para eso no hay nada mejor que echar mano de lo que agita nuestra alma, como le ha pasado a la persona protagonista de tu relato. No lo olvides. Si escribes, es que estás viv@.

Un besazo.

Myriam dijo...

Volverán las musas, como las golondrinas de Becquer
a tu balcón, todo es cuestión de tiempo y oportunidad.
Las fotos son hermosas.

Regreso d emi vaje. Como sabes, he estado en
Sudamérica visitando a mi familia de allá.
Disfrutando a mi hija, a mis nietas, a amigos.

Te dejo un beso muy, muy grande.

Renate Mörder dijo...

Es una preciosa despedida.Me ha gustado mucho. Un abrazo!

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Cuánto te quiero sin haber rozado tu piel aunque sí tu corazon. Buen finde